?Los ojos que abre la infancia son dos ventanas. Por eso, ser la voz del poema es habitar la casa de la infancia. La casa de la infancia siempre debe estar habitada. Palabras que sanen y versos que canten. Porque en cada habitación se va forjando un recuerdo. Y se puede escuchar el trino de los pájaros. Y cada recuerdo sujeta las ramas de los árboles, hace volar las estaciones o enciende el sol y las estrellas.
Y los versos son lugares. Lugares que se construyen con palabras y que serán habitados, más tarde, por esos recuerdos?, así habla Mar Benegas de los poemas que ha escrito en este libro, ilustrados con imágenes libres y festivas por Francisca Yáñez.