Los cazadores, primera novela de Salter es un brillante anticipo
de la ambición literaria del autor.
Famoso por su prosa depurada, sus palabras precisas y sus silencios expresivos, que alcanzan elevadas cotas de fulgor en novelas imperecederas como Años luz o Todo lo que hay, James Salter es sin duda uno de los grandes escritores estadounidenses. Militar de profesión, abandonó pronto el ejército para dedicarse a su carrera literaria, que inició con Los cazadores, publicada por entregas en 1956 y revisada con escrupulosidad por el propio autor medio siglo después de su aparición. Una novela que alberga las vivencias de los tres años de Salter como piloto de combate en la guerra de Corea y contiene algunas de las páginas más eminentes jamás escritas sobre la experiencia de volar.
A su llegada a la base aérea de Kimpo, el capitán Cleve Connell se hace la firme promesa de acceder a la élite de los pilotos de combate que han derribado más de cinco cazas coreanos. Sin embargo, en paralelo a la fiera contienda aérea se desarrolla un solapado conflicto en tierra entre los propios aviadores, mientras los sucesivos fracasos de Connell contrastan con los éxitos de sus colegas y ponen en entredicho su destreza y valor. Hasta que un día, suspendido en la inmensidad del cosmos sobre el río Yalu y consciente de su insignificancia, Connell comprende por fin que sólo alcanza el triunfo quien es capaz de identificar a su enemigo y vencerlo, sea cual sea su bando. Incluso si ese rival es uno mismo.
Comparado con Antoine de Saint-Exupéry por las escenas de combate en los cielos, James Salter trasciende con creces el género bélico gracias a los símiles entre las luminosas descripciones del paisaje y la tensión emocional de los protagonistas; y convierte así esta travesía por el alma de Cleve Connell en una extraordinaria variación del deseo de gloria enfrentado al espejo de la muerte.